La angustia de vivir
miércoles, 14 de mayo de 2008
Últimamente mi andar es más lento, pero me cuesta más respirar. Desde hace poco, duermo de un tirón pero las migrañas son casi diarias. En las últimas fechas, mi presencia es sosegada pero la angustia vital me domina. El motivo de todo ello es la clarividente consciencia de mi carácter mortal. Varias son las semanas que no dejo de pensar en que todos moriremos, en que en un plazo de 40-45 años, todos nos convertiremos en abono y que en 100 años seremos un recuerdo borroso de nuestro compañeros especímenes. En un periodo incierto, alcanzaremos un sueño eterno del que no seremos conscientes y el mundo avanzará sin nosotros, por años y años, mientras perdemos nuestra esencia humana o más bien, alcanzamos su máximo exponente, la mortalidad. Y me asusta. Me angustia. Me dificulta la respiración reconocer, o asimilar de una manera tan clara que la delimitación de nuestro periodo vital. Me imagino a mí mismo cuando ya sea pasado.
Quizás hasta ahora mi autodefinición ateista era menos sincera de lo que pensaba. Es probable que mi consciente albergara un posibilidad de un estado ulterior, atemorizado por el hecho de la crudeza de la ausencia de vida. Pero mi esperanza se ha desvanecido y no dejo de pensar en el momento en el que no
Miro al pasado, al mucho más lejano del que haya podido conocer y evidencio el egoismo de mi concepto de mi existencia, definida como el entorno en el momento en que yo soy, y que en realidad no soy más que una etapa, con principio y final. Me asomo a mi familia, a las generaciones de mayor edad, mi padres, mis abuelo, y me cuestiono sobre su consciencia sobre la recién asimilada realidad vital. Y es entonces cuando la ansiedad me ataca, como si apenas quedara tiempo, cuestionándome si aprovecho mi vida como debiera teniendo en cuenta que sólo hay una. Miro al pasado, recuerdo los momentos ya vividos y comprendo que es eso, pasado, tiempo finalizado, perecido.
En esos momento en los que la angustia oprime la garganta y se postra sobre el pecho, piensas que queda ya mucho tiempo de vida, eres joven, ni siquiera has cumplido los 29 años, poco más de un tercio de tu vida (de la que mitad 8 años apenas has sido consciente). Es el propio reflejo de supervivencia que surge, el mismo que evita que te autoasfixies bajo el agua. Te calmas, respiras hondo, pero cuando tus músculos se empiezan a desuntemecerse, ves de nuevo llegar la oscura sensación de que el tiempo transcurre muy rápido y que ya no lo cuentas hacia adelantes si no en cuenta atrás. Y las mismas sensaciones vuelven a surgir mientras deseas ir a dormir, para descansar a sabiendas de que esto será en lo primero en lo que pienses cuando te levantes por la mañana.
Etiquetas: Yo...
2 Comments:
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No te angusties y pierdas el tiempo pensando en el final. Disfruta el durante que nos queda mucho por vivir!!
Toda mi parte positiva para ti!!!
1 beso.
la de finalsfours sin premio gordo final que te quedan por vivir...