Doce hombres sin piedad

La justicia a lo largo de la historia ha sido un valor efímero y de un marcado carácter volátil y arbitrario. Pero la decisión de la comisión de arbitraje de la Liga Profesional de Fútbol de la pasada semana ha permitido añadir un nuevo calificativo a la justicia: estúpida. No era mi intención hablar de deportes en este blog pero las decisiones tomadas por este colectivo a lo largo de los años hacen cada vez más difícil no llamar la atención acerca de la irracionalidad de las decisiones de este supuesto comité de sabios.

Hace dos fines de semana, tres jugadores del Real Valladolid Club de Fútbol fueron sancionados con una multa de 500 euros cada uno por celebrar cada uno de los goles que marcaron enseñando una camiseta que vestían por debajo de la oficial del club con lemas en apoyo de su compañero Hornos, víctima de un accidente de automóvil. La normativa de la FIFA estipula que ningún jugador de fútbol podrá enseñar una camiseta con ningún tipo de lema, regla incluida en la normativa para evitar posibles polémicas como la que surgió cuando un jugador del Liverpool, Robbie Fowler enseñó una camiseta en apoyo a los trabajadores de los astilleros británicos en huelga al celebrar un gol.


Parece lógico pensar que la cautela del máximo organismo es razonable, en un intento de evitar polémicas y tensiones en el mundo del balompié. Pero la inflexibilidad mostrada por el comité de disciplina español hace dudar de la racionalidad de los dirigentes nacionales. La palabra justicia, según los diccionarios, es “la virtud que inclina a obrar y juzgar teniendo por guía y dando a cada uno lo que le pertenece” pero también es “lo que debe hacerse según derecho o razón”.La situación originada por la muestra de una camiseta interior, ciertamente, y con el reglamento en mano, supone una acción punible con sanción económica o laboral. Pero el hecho de que la cita en cuestión no fuera más que unas palabras de ánimo o con el deseo de recuperación de un compañero convaleciente hacen dudar de la racionalidad de las mentes pensantes. La Justicia no sólo no alienta a promover este tipo de actos altruistas y solidarios, sino que además castiga a los buenos compañeros. Es cierto que los jugadores podrían haber mostrado las camisetas al inicio del partido, pero que decidan homenajear a su compañero con la victoria efectiva que aportan los goles no puede ser causa de sanción, por lo menos por ninguna mente racional.

A lo largo de estos años, hemos podido comprobar una serie actos mucho más perjudiciales para la imagen del deporte rey nacional (la reciente re-elección de Villar como presidente es uno de los ejemplos más claros) como el retraso indeterminado del cierre del Camp Nou tras los graves incidentes en el partido del equipo local contra el Real Madrid. Pero la justicia deportiva sanciona un emotivo homenaje, un gesto de complicidad y compañerismo, que humaniza a los jugadores y que ensalza al deporte como ejemplo educativo de los más jóvenes. Es más, la justicia obvia temas mucho más graves y gestos o acciones más peligrosas para la estabilidad interna del deporte. Aunque qué podemos esperar si, todo esto según el comité y su concepto de justicia, cuando un descerebrado lanza objetos al terreno de juego, o profiere insultos racistas, pagan todos los socios, abonados y/o aficionados. ¿Acaso cuando un hombre se cuela en el mero, su multa la pagamos todos? Definitivamente, la lógica y la razón son valores devaluados.

 

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