Quién me conoce sabe perfectamente que es más probable encontrarme en la cola del McDonalds que realizando una reserva en el restaurante de Karlos Arguiñano o leyendo la Guía Gastronómica de Campsa. Pero ayer volví a disfrutar de los placeres de la buena mesa. Después de un año sin comer en un restaurante decente, tirando de las hamburguesas, bocadillos, kebabs y menús del día para satisfacer el ocio culinario, anoche volví a uno de los pocos restaurantes que conozco en Madrid (dudo que alcance a nombrar de memoria más diez) pero que más me gustan. Desde que me llevaron a La Gloria de Montera, me encantó. La verdad es que no es ningún descubrimiento, porque probablemente todo el que viva en Madrid lo conoce. Una carta extensa, llena de platos deliciosos y sin que duela echarse la mano a la cartera, al final tiene que ser conocida por todo el mundo. Y encima, hay dos restaurantes más muy parecidos, pertenecientes al mismo grupo: Bazar y La Finca de Susana. Pues eso, lo dicho. Si alguien pasa por la capital y no quiere visitar al payaso sonriente, que se pase por aquí. Su estómago se lo agradecerá.
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Cultura
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Y sino siempre nos quedará Gino's... jejeje