Suerte

Yo soy de esas personas que creen en la diosa fortuna, en el azar, que no en el destino. Creo que hay gente nace con un pan debajo del brazo y otros, ni medio ni mendrugo de pan duro. Siempre he considerado a ciertas personas como afortunados y a mí mismo, a pesar de que suene victimista, como un desgraciado. Quizás no tanto pero sí con ciertas gotas de mala suerte. Obviamente, se me puede tachar de egoísta, hipócrita y muchos más adjetivos peyorativos, argumentando que hay muchas personas en el mundo en peor situación que yo pero estamos hablando de un razonamiento frívolo y materialista, fruto de la cultura capitalista occidental.

Siempre he sido un poco gafe pero en estas últimas semanas la fortuna me estaba acompañando. Poco curro, estabilidad emocional, reactivación de la actividad social en Madrid, la perspectiva de la Copa del Rey, junto con la ausencia de mis jefes el jueves y viernes de tan feliz acontecimiento y la visita a Gasteiz el fin de semana siguiente. A esto hay que añadirle cosas tan absurdas como encontrar un pantalón para el traje que me evita comprar uno nuevo, la compra del ipod (ya sé que eso no es fortuna si no poder adquisitivo pero es que es tan bonito...) e incluso el conseguir coger a la primera el metro en la línea 5 (es increíble. Siempre que voy a cogerlo justo llega uno y no da tiempo, es matemático!). En definitiva, un fin de semana genial.

Pero todo lo bueno, siempre acaba mal. Todo lo que sube baja y si las cosas pueden ir a peor, no lo dudes, lo harán. Pongo el despertador a las 6.40. Me despierto a las 8. Voy a hacerme el análisis de sangre. Espero media hora y encima me dan hora para el viernes, cuando llegue en un estado "copero". Llego al curro y entro tarde a una reunión (quién pone una región a las nueve de la mañana un lunes?) por el análisis (y sin desayunar todavía). Una hora con sinfonía de tripas de fondo. Subo a mi despacho. Mal ambiente. Mucho curro, stress y encima comida con los clientes. Medio discusión con la jefa. Lo encargué para el ipod (que he devuelto y que tengo que esperar a que traigan al corte inglés) no ha pasado porque no aceptan la tarjeta. Y encima el corte no me ha devuelto la pasta. 1.500 llamadas y no se ha solucionado. Comida para olvidar, situado con los comensales más "entretenidos". Vuelta al curro. Sorpresa a última hora. Cena con los clientes y sigo sin solucionar lo de la tarjeta y la devolución. Increible. Menudo día.

Seguro que cuando vaya a casa, justo acabe de pasar el metro. Es ley de vida.

 

0 Comments:

Post a Comment