Memento

En el epílogo de la novela La caída del Museo Británico de David Lodge, profesor de literatura en la Universidad de Brimingham, crítico literario, novelista humorístico y ensayista, el escritor cuenta el proceso creativo de la novela que se acaba de leer. En ese epitafio literario, Lodge cuenta la anécdota que rodeó al conocimiento del asesinato de John Fitzgerald Kennedy en el otoño de 1963. "Estaba sentado en el patio de butacas del viejo Birmingham Repertory Theatre, en Station Street, asistiendo a una representación de "Entre estas cuatro paredes" (obra de que era co-autor). En uno de nuestros sketches de la primera parte, un candidato a un empleo demostraba su poco interés apareciendo en la entrevista con un transistor que emitía música pop pegado a la oreja. El actor que hacía el papel solía llevar una radio de verdad sintonizada en una emisora real. La noche en cuestión fue interrumpido de súbito por la noticia: "El presidente Kennedy ha sido asesinado." El actor apagó rápidamente el aparato, pero algunas personas del público habían oído las palabras y dejaron escapar una risita incómoda, creyéndose que se trataba de un chiste de mal gusto. En el entreacto todo el mundo se enteró de la terrible verdad y la segunda parte del espectáculo no hizo reir a nadie".
Creo que nuestra generación tiene también multitud de recuerdos imborrables, asociados a hechos que han marcado el devenir de la humanidad. Lamentablemente, todos estos acontecimientos comparten una característica: su índole trágica. Todos recordamos dónde estábamos cuando conocimos el secuestro y posterior ejecución de Miguel Ángel Blanco por parte de la banda terrorista ETA, los atentados del 11-S al igual que los posteriores en Madrid y Londres. Nuestros padres recuerdan el funesto final de la vida de JFK, la dimisión de Nixon, la caída del muro de Berlín, el fallecimiento de Franco, el intento del golpe de Estado del 23-F... Probablemente y desgraciadamente todavía nos quedarán muchos recuerdos que retener en nuestra memoria. Creo que yo nunca podré olvidar la tarde que conocí que Fernando Buesa había sido asesinado. Probablemente tampoco quiera.

 

1 Comment:

  1. Anónimo said...
    Nunca olvidaré aquel día, arrodillados a las 12 de la noche con las manos en la nuca delante de la sede de HB, después de la muerte de Blanco. Estabas delante mio y recuerdo tu cara clara como si fuera ayer.
    También recuerdo el nerviosismo del 11M, y que te llamé por telefono a media mañana.
    Pero sin duda, esos recuerdos los tapo muy a menudo por buenos recuerdos. Es evidente que los acontecimientos negetivos tienen un impacto muy intenso en nuestra memoria. Pero creo que indudablemente lo que tenemos que esperar de nuestra vida futura es que sean los momentos alegres y lo cotidiano lo que llene nuestro tejido gris, y que los peridicos de dentro 20 años, también cuenten esos pequeños detalles positivos.
    Un abrazo.

Post a Comment