Los amantes del Círculo Polar

Medem retorna al cine tras dos años de someterse al yugo de la opinión pública, a la lapidación mediática por su tibieza en un tema en el que le mundo no acepta las medias tintas y obliga a situarse “con ellos o con nosotros”. A esta o conmigo o contra mí. Medem vuelve para contar una historia personal, en el forma y el contenido, un esbozo, un borrador de su hermana Ana a partir del cual abre las puertas a un mundo propio en el que o cumples sus normas o acabarás irremediablemente perdido.

No he visto la película y tampoco sé si la acabaré viendo, a pesar de que ver el mundo a través de los ojos de Medem, e introducirme a través de ese glóbulo bovino en el interior del cineasta me apasiona. Más aún, que mi mundo se empape de la esencia de su universo. La dualidad de los hechos, el déjà vu, el destino, el trayecto circular de la vida…

El viernes, en la menguante sección EP3 de El País, hablaba sobre las extrañas coincidencias que se producían en las carteleras con películas de la misma temática o incluso contando la misma historia. Interesante el artículo, pero tardío. Sin el eco del papel de un diario de tirada nacional, en una noche barcelonesa de verano, en el barrio de Raval, a la búsqueda de un cajero de Caixa Catalunya, Miller, siempre predispuesto a las listas, lanzó el órdago de nombrar películas “hermanas” estrenadas al mismo tiempo o esencialmente en las mismas fechas: Tombstone y Wyatt Earp; Deep Impact y Armageddon; Volcano y Un pueblo llamado Dante’s Peak; Las amistades peligrosas y Valmont; Capote y Historia de un asesinato; Bichos y Antz; Buscando a Nemo y El Espantatiburones... Y como la historia siempre se repite, Miller nombró un caso más.

Los hechos se suceden dos veces. Hacia delante y hacia atrás, como los palíndromos. Ana. Otto. Medem. Por ello no me extraña descubrir a un artista colombiano, Nadin Ospina, que estrena una obra curiosa en una galería de Madrid. En el conjunto de obras englobadas en Colombia Land, a través de figuras de Lego, el pintor realiza una revisión crítica e irónica de la imagen que se tiene de Latinoamérica. Curioso, llamativo pero visto. Esa idea ya la tuvo un genio para realizar sus preciadas Socratiras. Un mundo de personajes amarillos, escasamente articulados pero hábilmente mordaces.

Todo ya ha sucedido. Todo ha existido antes. Y que sea así por mucho tiempo.

 

2 Comments:

  1. Anónimo said...
    Merecemos ser famosos. Para ganar pasta, claro.
    J.RUBINES said...
    Malditos copiones! Gracias por lo de genio (no lo merezco en absoluto.

    En este mundo, cuesta horrores hacer algo realmente innovador. Los inventores murieron con la Edad contemporanea...

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