La mirada de Ulises

La mente del hombre es un laberinto de caminos eterno, inexplorado, intrincado, tortuoso en ocasiones, pero sobre todo, al menos en mi caso, ilógico, sin orden ni concierto. El ejemplo más claro de ese tipo de situaciones en las que empezamos a pensar en algún tipo de hecho intrascendente y acabamos pensando en otro igualmente irrelevante pero diametralmente opuesto.

Algo similar es lo que me pasa con este anuncio. Tal cual lo vi una serie de pensamientos vinieron a mi cabeza, y ningún relacionado ni con móviles. En primer lugar, me hizo pensar en el principio de un pequeño trabalenguas, el santo de una amiga de mi santa, alguien a quien cree que la confianza ya me permite acortar su nombre al de amigo. Empleado de la empresa anunciante, absurdamente el anuncio me hace pensar en darle la enhorabuena cuando, en realidad, él no ha tenido nada que ver. Es cierto, resulta cuanto menos estúpido. Pero eso es porque no le habéis escuchado hablar. Imaginaros vuestro mejor profesor, el favorito del colegio, instituto, universidad o academia. Este tipo es como él. ¡Qué narices! Mejor. Cauto en lo que dice, de una enorme sapiencia, su timidez parece que genera prácticamente un tono de disculpa por lo que sabe. Así que da igual que se encargue de eso o no. Que la idea haya salido de su cabeza o que se haya enterado de la canción a la vez que yo. Felicidades, tío, un anuncio genial. Y si no te corresponden méritos a ti, quédate esa admiración para la próxima historia que nos cuentes.

Como decía las conexiones neuronales son inescrutables y no sólo en empleados de Telefónica me hace pensar. El siguiente puerto son aquellos amigos en la distancia, pero en particular en dos este fin de semana. Una que alcanzaba un nuevo aniversario de su nacimiento y a otro al que debería atender con mucha mayor diligencia pero que mi perenne vagancia provoca la sensación de abandono. Con mayor o menor sinceridad y/o seriedad, ambos me acusan de mi escaso fundamento, pero espero que ambos sepan que, aunque la buenas nuevas desde la capital de reino sean escasas, siempre se les tiene en cuenta.

Por último, en los expatriados, los hijos de la diáspora y del éxodo, los afectados con el síndrome de Ulises, un anuncio sobre la nostalgia no puedo si ni hacer pensar en la familia. Pero, en este caso, no es en la mía. Que nadie piense que soy un desarraigado. Pero la visita de una delegación generosa de mi familia política (o cuasi) durante este puente y los efectos en mi santa (sobre todo la despedida) me hacen pensar en la nostalgia que siente de su "casa, de su tierra y su familia, de tantas cosas que ama". Y en que la congoja que siente con su ausencia, la nostalgia de su mundo es la que siento yo por su tristeza.

 

1 Comment:

  1. Anónimo said...
    La confianza hace lo correcto... amigo
    hoy ya estoy chipeado!

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