Sin noticias de Dios
lunes, 4 de febrero de 2008
Si la política ya era un submundo decepcionante de por sí, en el que el sentido de su propia naturaleza se ha ido desdibujando o erosionando por la actividad de sus protagonistas, el papel militante de la Iglesia española no ha ayudado en el saneamiento de la credibilidad del poder legislativo y ejecutivo. Vaya por delante que soy ateo confeso y agnóstico no declarado de la Iglesia Católica y Apostólica Romana (considero que hay un ser superior en la teología representado en el todo de aquellos que tienen fe en su religión y en su Dios, pero no en la industria que explota la marca y se dedica a la venta de su merchandising). Sus últimas declaraciones han alcanzado cotas peligrosas. La manifestación en las Navidades, advirtiendo del fin de la democracia por la acción del gobierno carmesí actual, y de la familia como imagen de marca propia que obedece a la nomenclatura de Varón + Hembra + Cachorros, inauguró la temporada Invierno de sabotaje. Las declaraciones del obispo de Tenerife supusieron un ligero contratiempo pero la semana pasada apelaron al mensaje directo, aunque de manera velada, solicitando a sus fieles, adeptos, seguidores o consumidores habituales que no votaran a aquellos partidos que hubiesen negociado con bandas terroristas. Perjudicados: ERC, PSOE, PP, PNV, EA, ANV y derivados o asimilados, IU y todos aquellos que votaron en el congreso aprobando la negociación con ETA. Aquellos súbditos de la Corona Española que también se adscriban al círculo de los cristianos católicos, podrán volver a casa después de comulgar porque ninguna de las papeletas de los colegios electorales les serán válidas, salvo quizás la Falange Española, Alianza Nacional o el Partido Humanista. Siempre quedará el Partido Karmademocrático.
Etiquetas: Política
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