Desde el infierno

No es el resurgimiento de los hamaqueros. No son la aperturas de las terrazas ni la invasión de de calles por sillas, mesas y sombrillas. No es el disco de Raúl o de David Civera, ni los bikinis, ni la apertura de las piscinas o los supuestamente refrescantes flashes. Lo que realmente marca el inicio del verano es ese día de bochorno en el que se estropea el ascensor del trabajo. Ahí comienza realmente el verano.

 

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