Peter Pan
martes, 7 de octubre de 2008
Tras mucho tiempo sin asomarse a alguna sala madrileña, el pasado viernes El Hombre Linterna volvió a deleitarnos con otras de sus excelsas actuaciones. Uno de la bandas de referencia, un icono para esa generación que se encuentra en el momento óptimo definir el concepto de música en la actualidad, regaló una actuación vibrante, vitalista, cargada de energía, tanto propia como de los que allí nos reunimos.
Con un sonido directo, sin ornamentación pero sin despreciar la calidad, regalaron todos esos grandes éxitos que el público desea oír. No por ser las única si no porque una reunión de este tipo requería lo mejor. Incluso las instrumentales, como la obertura inicial, volcaron al respetable que se entregó por entero a la actuación del grupo. Rock puro, directo, para un inicio apoteósico, el cenit nada más comenzar con canciones sobre la lucha, el destino y la camaradería. Fiel reflejo de lo que se vivió en la sala.
Sin dejar decaer la fiesta, el grupo atacó los dos himnos por antonomasia, ineludibles referencias y, junto con el cierre de concierto, las más coreadas por el público. El grupo, que integró al público en todo momento en el espectáculo, pareció explotar toda la traca en la primera parte del concierto. Como un hambriento y casi sin dejar de respirar, todas las grandes canciones fueron surgiendo, elevando la excitación del público. Hasta cada uno de los componentes del grupo se lanzó a cantar en esa gran fiesta, incluso duetos.
La banda nos dejó degustar varios estilos, mostrando su versatilidad. Alternando con el sonido más rock, se sucedieron las visitas a estilos más pop, pasando por canción melódica e incluso algo de reggaeton. Hasta la instrumental, el rap, el folk-country, el estilo castizo y la canción reivindicativa tuvo cabida con la acusación de plagio a Coti.
El fin de concierto fue una nueva explosión, una catarsis de sentimientos y sobre todo de unión. En el último tramo fue la de las indispensables, las obligatorias, aquellos temas clásicos, imperecederos que aúnan a artistas y público. El último bis nos arrojó a la noche madrileña con una sonrisa y una sensación haber asistido a una reunión de amigos. Hasta la próxima.
Con un sonido directo, sin ornamentación pero sin despreciar la calidad, regalaron todos esos grandes éxitos que el público desea oír. No por ser las única si no porque una reunión de este tipo requería lo mejor. Incluso las instrumentales, como la obertura inicial, volcaron al respetable que se entregó por entero a la actuación del grupo. Rock puro, directo, para un inicio apoteósico, el cenit nada más comenzar con canciones sobre la lucha, el destino y la camaradería. Fiel reflejo de lo que se vivió en la sala.
Sin dejar decaer la fiesta, el grupo atacó los dos himnos por antonomasia, ineludibles referencias y, junto con el cierre de concierto, las más coreadas por el público. El grupo, que integró al público en todo momento en el espectáculo, pareció explotar toda la traca en la primera parte del concierto. Como un hambriento y casi sin dejar de respirar, todas las grandes canciones fueron surgiendo, elevando la excitación del público. Hasta cada uno de los componentes del grupo se lanzó a cantar en esa gran fiesta, incluso duetos.
La banda nos dejó degustar varios estilos, mostrando su versatilidad. Alternando con el sonido más rock, se sucedieron las visitas a estilos más pop, pasando por canción melódica e incluso algo de reggaeton. Hasta la instrumental, el rap, el folk-country, el estilo castizo y la canción reivindicativa tuvo cabida con la acusación de plagio a Coti.
El fin de concierto fue una nueva explosión, una catarsis de sentimientos y sobre todo de unión. En el último tramo fue la de las indispensables, las obligatorias, aquellos temas clásicos, imperecederos que aúnan a artistas y público. El último bis nos arrojó a la noche madrileña con una sonrisa y una sensación haber asistido a una reunión de amigos. Hasta la próxima.
Dedicado a Magic Andreu y cía.
Etiquetas: Cultura
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