La tregua

En un día funesto, en el que una vida de dieciseis años transcurridos entre nosotros a manos de un ser primario, movido por impulsos eléctricos dirigidos por los instintos, e decir un animal, pensaba hablar de otra víctima del odio sin razón.

Primo Levi fue un judio italiano que estuvo durante diez meses en uno de los campos de Auschwitz y, por tanto, sometido al yugo fascista, concretamente nacionalsolcialista. Fruto de tal experiencia escribió una trilogía formada por los títulos Si esto es un hombre, La tregua y Los hundidos y los salvados. Ayer terminé la primera de las tres obras que componen la sinfonía que relata el terror de los campos donde se ejecutaba la "solución final". El libro es impactante, siempre y cuando no lo observes con la distancia que el tiempo nos ha alejado de aquella realidad. A medida que transcurren las palabras, las frases, los párrafos, la consciencia de la crueldad como instinto primario del individuo en su vertiente animal, la pérdida de la vida y la visión de futuro ante la ausencia de esperanza y la lucha por mantener su identidad, su condición, aquello que le permite llamarse hombre hacen imposible que no aflore la compasión. Un relato terrible, pero necesario, obligatorio para enriquecer el alma de humanismo.

Primo Levi dice en su libro: "Yo no soy fascista, creo en la razón y en la discusión como supremos instrumentos de progreso, y por ello antepongo la justicia al odio. Por esa misma razón, para escribir este libro he usado el lenguaje mesurado y sobrio del testigo, no el lamentoso lenguaje de la víctima ni el iracundo lenguaje del vengador: pensé que mi palabra resultaría más creíble cuanto más objetiva y menos apasionada fuese; sólo así el testigo en un juicio cumple su función, que es la de preparar el terreno para el juez. Los jueces sois vosotros". Es lo mínimo que nos puede pedir. Aprender, prevenir y evitar.

 

1 Comment:

  1. Anónimo said...
    Te recomiendo el libro "Un día en la vida de Ivan Denisovich", de Alexander Solzhenitsin, sobre el gulag soviético.

    Si no lo tienes, pídemelo.

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