Cosas que hacen que la vida valga la pena
miércoles, 23 de febrero de 2011
Por ejemplo, un párrafo como éste:
A cambio, él le llevó a Oxford, desde su casita de campo, una selección de discos que quería que ella aprendiera a apreciar. Inmóvil en su asiento, ella escuchó a Chuck Berry pacientemente, con los ojos, cerrados y una concentración excesiva. Él pensó que quizá no le gustara “Roll over Beethoven”, pero a ella le pareció divertidísima. Él puso sus “torpes pero honorables” versiones de las canciones de Chuck Berry hechas por los Beatles y los Rolling Stones. Ella intentó encontrar algo elogioso que decir sobre cada uno, pero empleó palabras como “alegre”, “animado” o “sentido”, y él supo que simplemente procuraba ser amable. Cuando el sugirió que ella en realidad, no “conectaba” con el rock and roll y que no había motivo para que siguiera intentándolo, ella admitió que lo que no aguantaba era la percusión. Cuando las canciones eran tan elementales, casi todas un simple cuatro por cuatro, ¿por qué aquel incesante golpeteo, estrépito y repiqueteo para llevar el compás? ¿A qué venía, cuando ya había una guitarra rítmica y a menudo un piano? Si los músicos necesitaban oír los compases, ¿por qué no utilizaban un metrónomo? ¿Y si el cuarteto Enismore añadía un batería? Él la besó y le dijo que era la persona más cuadrada de toda la civilización occidental.
- Pero me quieres -dijo ella
- Por consiguiente, te quiero.
Chesil Beach (2007) – Ian McEwan
A cambio, él le llevó a Oxford, desde su casita de campo, una selección de discos que quería que ella aprendiera a apreciar. Inmóvil en su asiento, ella escuchó a Chuck Berry pacientemente, con los ojos, cerrados y una concentración excesiva. Él pensó que quizá no le gustara “Roll over Beethoven”, pero a ella le pareció divertidísima. Él puso sus “torpes pero honorables” versiones de las canciones de Chuck Berry hechas por los Beatles y los Rolling Stones. Ella intentó encontrar algo elogioso que decir sobre cada uno, pero empleó palabras como “alegre”, “animado” o “sentido”, y él supo que simplemente procuraba ser amable. Cuando el sugirió que ella en realidad, no “conectaba” con el rock and roll y que no había motivo para que siguiera intentándolo, ella admitió que lo que no aguantaba era la percusión. Cuando las canciones eran tan elementales, casi todas un simple cuatro por cuatro, ¿por qué aquel incesante golpeteo, estrépito y repiqueteo para llevar el compás? ¿A qué venía, cuando ya había una guitarra rítmica y a menudo un piano? Si los músicos necesitaban oír los compases, ¿por qué no utilizaban un metrónomo? ¿Y si el cuarteto Enismore añadía un batería? Él la besó y le dijo que era la persona más cuadrada de toda la civilización occidental.
- Pero me quieres -dijo ella
- Por consiguiente, te quiero.
Chesil Beach (2007) – Ian McEwan
Etiquetas: Yo...
28 días después
martes, 22 de febrero de 2011
Mal he comenzado el año pero bueno… hay tiempo para recuperarse (lo del autoengaño me parece que va a ser más difícil de curar). Para calentar, ahí va un nuevo post de 28 días después. En realidad, debería llamarse 365 días después, dado que es el ranking de las 102 películas vistas en 2010.
Gandhi: podría haber sido ésta o El cuarto mandamiento, El diablo dijo no, Tarde de perros, Vals con Bashir o Kamchatka. Para todas un ocho. Quizás me he quedado con ésta por lo icónico del personaje, el interés que me despierta y por ser una película que tenía pendiente desde hacía mucho tiempo pero que cuya duración me echaba atrás.
Cautivos del mal: si veis habitualmente Días de cine, hay una imagen de una travelling de cámara con grúa que se dirige al objetivo de la cámara que siempre me he preguntado de qué película era. Bueno pues es la primera imagen de esa película. Sólo por eso ya sumaba un par de puntos. El resto, gracias a cada una de las historias de los tres personajes respecto al productor Kirk Douglas, personaje central, que narra la película, si bien la manera de cerrar cada una de ellas no me convenció del todo. Por ello, los dos puntos menos y se queda en ocho.
Caos calmo: Nani Moretti es uno de esos tipos con el que te irías de cañas. Tiene pinta de hombre afable, familiar, atento, honrado… un buen tipo. Y en sus películas siempre hay algo de ese tipo que nos parece que es. En este caso, pierde a su mujer y encuentra el refugio que necesita en el banco del parque que hay enfrente del colegio de su hija. A partir de ahí, calma el caos de su vida. Extraordinario planteamiento simple que no pierde fuelle de la película, ni en la increíble sonrisa que te hace esbozar la amargura subyacente. Otro ocho para Don Moretti.
Plácido: hay unas cuantas películas del cine de español de los 50-60, que tengo pendientes de ver, y entre ellas dos de Berlanga, ésta una y Calabuch la otra. La historia de Cassen y la letra de la moto y la campaña navideña de poner un pobre en su mesa son la excusa para la típica película coral de Berlanga, donde reina el caos por encima de todas las cosas. Un guirigay agotador, que mataría los nervios de cualquiera, pero que imposiblemente borra la sonrisa que genera la genialidad del tándem Azcona-Berlanga. Ocho igualmente.
La familia Savages: a pesar de que se pueda interpretar de una de esas historias de familia desestructurada, me parece más la narración de cómo afrontar la vejez y muerte de un ser querido, del progenitor en este caso. Las historias secundarios resultan vacuas, puro espumillón, pero sirven para definir el carácter de los personajes. Un drama necesario en estos tiempos de la ley de dependencia. Peli de ocho.
Toy Story 3: no es una película infantil. Su público objetivo son aquellos que disfrutaron con la primera de las películas, hace ya una quince año y que si entonces tenían 7-10 años, ahora deben afrontar una nueva etapa en la vida. El abandono de la niñez, la adquisición de responsabilidades, la transición de etapas vitales, incluso la muerte, son temas que afronta la película con una delicadez desconocida en las películas supuestamente infantiles. Puede que ante ese público objetivo o tratando de que sea para todos los públicos sea algo superficial o evidente su argumentación o narrativa y que se eche de menos algo más de humor, muy centrado en Ken y Barbie, pero es una señora película, de ocho tirando a nueve.
Madame D. : vista por encargo, ha sido un descubrimiento. Hasta ahora sólo había visto una película de Max Ophüls, Atrapados, que me encanta pero ésta me enganchó desde el primer minuto. Esos planos multitudinarios, laboriosos, la sencillez de la historia sin restar un ápice a su dramatismo, la combinación de humor y drama… Cada vez que la rememoro más me gusta. Le puse originariamente un 8 pero creo que ahora le daría ya un diez.
Dogville: otra asignatura pendiente. Soy seguidor de Von Trier (motivo de coña para muchos) y prácticamente todas sus películas me han gustado (antes de valorar un punto ya llevan todas de serie). Las casi tres horas de película han hecho que tardara siete año en verla. Craso error. Gran película, minimalista en su ornamentación, habla de la miseria humana, de la maldad interior e innata, del ansia de poder, del egoísmo. Es casi una fábula, algo cruel eso es cierto, pero cuidadosamente cuidada en las palabras y originalmente presentada para enfatizarlas, aunque se le puede achacar que verbalice los sentimientos y enseñanza, y que con ello dirija al espectador. Un nueve, aunque posiblemente inflado en ese punto adicional.
El secreto de sus ojos: intriga, acción, amor, comedia… lo tiene todo. La película del 2010. Cautivadora, tanto visualmente (el plano secuencia con ese travelling desde el cielo hasta las caras de los protagonistas en el campo de fútbol es espectacular) como narrativamente (la película es casi un poema con el siempre lisonjero acento tanguero), la historia subyacente sobre el asesino no es más que una excusa para un historia de amor eterno, quizás repetitiva y en ocasiones artificial. ¡Pero qué narices, es una mentira deliciosa! Y yo muy crédulo, por lo que le doy un nueve.
Ciudad de Dios: un amigo no paraba de echarme en cara que tuviese la indecencia de juzgar el gusto cinematográfico de los demás sin haberla visto. Vaya por delante que crucifica a Vértigo y dice que El padrino no es para tanto. Sacrílego (aunque la tercera parte de El padrino le he dado un 6). Menos mal que no lee este blog porque se relamería con estas palabras. ¡Qué razón tenía! Ciudad de Dios es un clásico moderno. A la altura de Pulp Fiction. Partiendo de una narrativa rota, de temporalidad aleatoria (saltando visualmente del presenta al pasado y con una voz que en ocasiones habla del futuro) y una imagen de colores quemados, en ocasiones acelerada pero siempre cuidada y atendiendo a la necesidad del espectador, sin entorpecer el disfrute de la película, es una película ante todo vital. No sólo por contar la historia de un personaje, si no también su evolución, como la de las favelas, la de los personajes que le circunscriben y le acompañan, con un ritmo siempre adecuado al contexto y situación. De ella se hablará mañana, el mes que viene y dentro de nueve años, como la puntuación que le doy. Y lo sé, porque estamos en 2011 y aquí sale de nuevo.
Gandhi: podría haber sido ésta o El cuarto mandamiento, El diablo dijo no, Tarde de perros, Vals con Bashir o Kamchatka. Para todas un ocho. Quizás me he quedado con ésta por lo icónico del personaje, el interés que me despierta y por ser una película que tenía pendiente desde hacía mucho tiempo pero que cuya duración me echaba atrás.
Cautivos del mal: si veis habitualmente Días de cine, hay una imagen de una travelling de cámara con grúa que se dirige al objetivo de la cámara que siempre me he preguntado de qué película era. Bueno pues es la primera imagen de esa película. Sólo por eso ya sumaba un par de puntos. El resto, gracias a cada una de las historias de los tres personajes respecto al productor Kirk Douglas, personaje central, que narra la película, si bien la manera de cerrar cada una de ellas no me convenció del todo. Por ello, los dos puntos menos y se queda en ocho.
Caos calmo: Nani Moretti es uno de esos tipos con el que te irías de cañas. Tiene pinta de hombre afable, familiar, atento, honrado… un buen tipo. Y en sus películas siempre hay algo de ese tipo que nos parece que es. En este caso, pierde a su mujer y encuentra el refugio que necesita en el banco del parque que hay enfrente del colegio de su hija. A partir de ahí, calma el caos de su vida. Extraordinario planteamiento simple que no pierde fuelle de la película, ni en la increíble sonrisa que te hace esbozar la amargura subyacente. Otro ocho para Don Moretti.
Plácido: hay unas cuantas películas del cine de español de los 50-60, que tengo pendientes de ver, y entre ellas dos de Berlanga, ésta una y Calabuch la otra. La historia de Cassen y la letra de la moto y la campaña navideña de poner un pobre en su mesa son la excusa para la típica película coral de Berlanga, donde reina el caos por encima de todas las cosas. Un guirigay agotador, que mataría los nervios de cualquiera, pero que imposiblemente borra la sonrisa que genera la genialidad del tándem Azcona-Berlanga. Ocho igualmente.
La familia Savages: a pesar de que se pueda interpretar de una de esas historias de familia desestructurada, me parece más la narración de cómo afrontar la vejez y muerte de un ser querido, del progenitor en este caso. Las historias secundarios resultan vacuas, puro espumillón, pero sirven para definir el carácter de los personajes. Un drama necesario en estos tiempos de la ley de dependencia. Peli de ocho.
Toy Story 3: no es una película infantil. Su público objetivo son aquellos que disfrutaron con la primera de las películas, hace ya una quince año y que si entonces tenían 7-10 años, ahora deben afrontar una nueva etapa en la vida. El abandono de la niñez, la adquisición de responsabilidades, la transición de etapas vitales, incluso la muerte, son temas que afronta la película con una delicadez desconocida en las películas supuestamente infantiles. Puede que ante ese público objetivo o tratando de que sea para todos los públicos sea algo superficial o evidente su argumentación o narrativa y que se eche de menos algo más de humor, muy centrado en Ken y Barbie, pero es una señora película, de ocho tirando a nueve.
Madame D. : vista por encargo, ha sido un descubrimiento. Hasta ahora sólo había visto una película de Max Ophüls, Atrapados, que me encanta pero ésta me enganchó desde el primer minuto. Esos planos multitudinarios, laboriosos, la sencillez de la historia sin restar un ápice a su dramatismo, la combinación de humor y drama… Cada vez que la rememoro más me gusta. Le puse originariamente un 8 pero creo que ahora le daría ya un diez.
Dogville: otra asignatura pendiente. Soy seguidor de Von Trier (motivo de coña para muchos) y prácticamente todas sus películas me han gustado (antes de valorar un punto ya llevan todas de serie). Las casi tres horas de película han hecho que tardara siete año en verla. Craso error. Gran película, minimalista en su ornamentación, habla de la miseria humana, de la maldad interior e innata, del ansia de poder, del egoísmo. Es casi una fábula, algo cruel eso es cierto, pero cuidadosamente cuidada en las palabras y originalmente presentada para enfatizarlas, aunque se le puede achacar que verbalice los sentimientos y enseñanza, y que con ello dirija al espectador. Un nueve, aunque posiblemente inflado en ese punto adicional.
El secreto de sus ojos: intriga, acción, amor, comedia… lo tiene todo. La película del 2010. Cautivadora, tanto visualmente (el plano secuencia con ese travelling desde el cielo hasta las caras de los protagonistas en el campo de fútbol es espectacular) como narrativamente (la película es casi un poema con el siempre lisonjero acento tanguero), la historia subyacente sobre el asesino no es más que una excusa para un historia de amor eterno, quizás repetitiva y en ocasiones artificial. ¡Pero qué narices, es una mentira deliciosa! Y yo muy crédulo, por lo que le doy un nueve.
Ciudad de Dios: un amigo no paraba de echarme en cara que tuviese la indecencia de juzgar el gusto cinematográfico de los demás sin haberla visto. Vaya por delante que crucifica a Vértigo y dice que El padrino no es para tanto. Sacrílego (aunque la tercera parte de El padrino le he dado un 6). Menos mal que no lee este blog porque se relamería con estas palabras. ¡Qué razón tenía! Ciudad de Dios es un clásico moderno. A la altura de Pulp Fiction. Partiendo de una narrativa rota, de temporalidad aleatoria (saltando visualmente del presenta al pasado y con una voz que en ocasiones habla del futuro) y una imagen de colores quemados, en ocasiones acelerada pero siempre cuidada y atendiendo a la necesidad del espectador, sin entorpecer el disfrute de la película, es una película ante todo vital. No sólo por contar la historia de un personaje, si no también su evolución, como la de las favelas, la de los personajes que le circunscriben y le acompañan, con un ritmo siempre adecuado al contexto y situación. De ella se hablará mañana, el mes que viene y dentro de nueve años, como la puntuación que le doy. Y lo sé, porque estamos en 2011 y aquí sale de nuevo.
Etiquetas: Cultura
Mentiras y gordas
miércoles, 19 de enero de 2011
La inauguración de todos los años tiene dos hechos indisociables que los acompañan: la resaca y las promesas o propósitos para el nuevo año. Como este año no hubo de la primera, me he decidido por un extra de la segunda. Este año me aventuro con más promesas de las habituales, que siempre van asociadas a películas y libros, propósitos que renovaré porque los clásicos nunca mueren, y sobre todo, que trataré de cumplir. Así que empezamos bien, un poquito del habitual autoengaño.
El primero de mi propósito va asociado con este blog. Y es que lo que debo tratar es de que no muera, a pesar de que con el reducido número de seguidores (ni siquiera mi santa lo lee), está más que enterrado. Así que me comprometo a escribir un post al menos a la semana. Es decir, que debo acabar 2011 con 52 entradas en el blog. Para evitar actos fraudulentos, sólo de uno de cada cuatro puede tener menos de un párrafo de extensión.
El segundo de mis compromisos es alcanzar los 65 kilos de peso y no superar los 70 a cierre de año. La segunda parte la había conseguido en septiembre pero me he desviado ligeramente. Objetivo los 65, de todas maneras.
El tercero de los objetivos es tener al menos un plan a la semana. Y cuando me refiero a un plan me refiero, a ir al cine, al teatro, una cena con amigos, cena fuera con la pareja, un concierto, un viaje, una visita a un museo o exposición. Juega nocturna, jornada maratoniana de compras… para los hijos de la “diáspora” os puedo asegurar que es habitual dejarse llevar y reducir la vida al tedio absoluto, dejarse llevar en lo anodino, habitual y rutinario. Propósito de hacerle frente a ello.
Relacionado con lo anterior, el siguiente es el de no perder el tiempo. No gastarlo mirando la tele con absoluta desidia. Hacer cosas con un objetivo, que repercutan positivamente, que me enriquezcan o, al menos, que no me atonten. No ver la tele por verla, no dormir por pereza, no vaguear como un perezoso.
Llegamos ya a los habituales, los clásicos. La apuesta, porque al final tiene un componente de atrevimiento, de bocazas dado que al final no lo cumplo, sobre lectura y películas.
Por un lado, he de reducir el número de ejemplares de Cinemanía en un tercio. El número de revistas sin leer completamente se extiende hasta 2002-2003. Por lo tanto, como máximo –hay número intermedios leídos- es de 12 x 9 = 108 revistas. He de reducirlas a 72 números. A esa cuantía habría que añadir los números que se publiquen a lo largo de este año. En definitiva, tendría que leer 4 “cinemanías” cada mes, una por semana.
A esto hay que añadir que tengo que tener leído todo periódico, artículo o revista semanal prehistórica que esté en mi casa. Antes de terminar en casa, el periódico más antiguo que no sea para guardar debe haberse publicado como muy tarde en diciembre de 2011.
Y hablando de muertos en el armario, otro de los propósitos es ver todas esas grabaciones acumuladas en el disco duro multimedia que he ido acumulando desde que lo compré. Por poner una cifra, de los 400 gb de memoria, debo alcanzar al menos, 500 gb.
Para terminar, lo que todo el mundo espera. La apuesta clásica. Libros y película a leer y ver en 2011. En el último año he visto 102 películas y he leído 19 libros y 2 comics (el resumen del año lo haré en el siguiente post). En 2011 debo ver otro centenar de películas, y leer quince libros que estén en mi poder, es decir, no cuentan los que sean de la biblioteca o prestados por algún conocido. Tienen que estar actualmente en las estanterías de casa (el año pasado, 13 de los 19 libros eran propios).
¿Qué supone todo esto? Que cada semana tendré que leerme un “cinemanía”, ver dos películas, planear algo que hacer, leer un tercio de libro, una vez me haya desecho de alguno de los vestigios de periódicos que tenga en casa, ir a correr tres veces para adelgazar, sin olvidarme de escribir un post, que total, puede tratar de lo que he hecho o leído en la semana. Desde luego, aunque no alcance todos los objetivo, cumplir el propósito de aprovechar el tiempo parece garantizado.
El primero de mi propósito va asociado con este blog. Y es que lo que debo tratar es de que no muera, a pesar de que con el reducido número de seguidores (ni siquiera mi santa lo lee), está más que enterrado. Así que me comprometo a escribir un post al menos a la semana. Es decir, que debo acabar 2011 con 52 entradas en el blog. Para evitar actos fraudulentos, sólo de uno de cada cuatro puede tener menos de un párrafo de extensión.
El segundo de mis compromisos es alcanzar los 65 kilos de peso y no superar los 70 a cierre de año. La segunda parte la había conseguido en septiembre pero me he desviado ligeramente. Objetivo los 65, de todas maneras.
El tercero de los objetivos es tener al menos un plan a la semana. Y cuando me refiero a un plan me refiero, a ir al cine, al teatro, una cena con amigos, cena fuera con la pareja, un concierto, un viaje, una visita a un museo o exposición. Juega nocturna, jornada maratoniana de compras… para los hijos de la “diáspora” os puedo asegurar que es habitual dejarse llevar y reducir la vida al tedio absoluto, dejarse llevar en lo anodino, habitual y rutinario. Propósito de hacerle frente a ello.
Relacionado con lo anterior, el siguiente es el de no perder el tiempo. No gastarlo mirando la tele con absoluta desidia. Hacer cosas con un objetivo, que repercutan positivamente, que me enriquezcan o, al menos, que no me atonten. No ver la tele por verla, no dormir por pereza, no vaguear como un perezoso.
Llegamos ya a los habituales, los clásicos. La apuesta, porque al final tiene un componente de atrevimiento, de bocazas dado que al final no lo cumplo, sobre lectura y películas.
Por un lado, he de reducir el número de ejemplares de Cinemanía en un tercio. El número de revistas sin leer completamente se extiende hasta 2002-2003. Por lo tanto, como máximo –hay número intermedios leídos- es de 12 x 9 = 108 revistas. He de reducirlas a 72 números. A esa cuantía habría que añadir los números que se publiquen a lo largo de este año. En definitiva, tendría que leer 4 “cinemanías” cada mes, una por semana.
A esto hay que añadir que tengo que tener leído todo periódico, artículo o revista semanal prehistórica que esté en mi casa. Antes de terminar en casa, el periódico más antiguo que no sea para guardar debe haberse publicado como muy tarde en diciembre de 2011.
Y hablando de muertos en el armario, otro de los propósitos es ver todas esas grabaciones acumuladas en el disco duro multimedia que he ido acumulando desde que lo compré. Por poner una cifra, de los 400 gb de memoria, debo alcanzar al menos, 500 gb.
Para terminar, lo que todo el mundo espera. La apuesta clásica. Libros y película a leer y ver en 2011. En el último año he visto 102 películas y he leído 19 libros y 2 comics (el resumen del año lo haré en el siguiente post). En 2011 debo ver otro centenar de películas, y leer quince libros que estén en mi poder, es decir, no cuentan los que sean de la biblioteca o prestados por algún conocido. Tienen que estar actualmente en las estanterías de casa (el año pasado, 13 de los 19 libros eran propios).
¿Qué supone todo esto? Que cada semana tendré que leerme un “cinemanía”, ver dos películas, planear algo que hacer, leer un tercio de libro, una vez me haya desecho de alguno de los vestigios de periódicos que tenga en casa, ir a correr tres veces para adelgazar, sin olvidarme de escribir un post, que total, puede tratar de lo que he hecho o leído en la semana. Desde luego, aunque no alcance todos los objetivo, cumplir el propósito de aprovechar el tiempo parece garantizado.
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