28 días después
martes, 22 de febrero de 2011
Mal he comenzado el año pero bueno… hay tiempo para recuperarse (lo del autoengaño me parece que va a ser más difícil de curar). Para calentar, ahí va un nuevo post de 28 días después. En realidad, debería llamarse 365 días después, dado que es el ranking de las 102 películas vistas en 2010.
Gandhi: podría haber sido ésta o El cuarto mandamiento, El diablo dijo no, Tarde de perros, Vals con Bashir o Kamchatka. Para todas un ocho. Quizás me he quedado con ésta por lo icónico del personaje, el interés que me despierta y por ser una película que tenía pendiente desde hacía mucho tiempo pero que cuya duración me echaba atrás.
Cautivos del mal: si veis habitualmente Días de cine, hay una imagen de una travelling de cámara con grúa que se dirige al objetivo de la cámara que siempre me he preguntado de qué película era. Bueno pues es la primera imagen de esa película. Sólo por eso ya sumaba un par de puntos. El resto, gracias a cada una de las historias de los tres personajes respecto al productor Kirk Douglas, personaje central, que narra la película, si bien la manera de cerrar cada una de ellas no me convenció del todo. Por ello, los dos puntos menos y se queda en ocho.
Caos calmo: Nani Moretti es uno de esos tipos con el que te irías de cañas. Tiene pinta de hombre afable, familiar, atento, honrado… un buen tipo. Y en sus películas siempre hay algo de ese tipo que nos parece que es. En este caso, pierde a su mujer y encuentra el refugio que necesita en el banco del parque que hay enfrente del colegio de su hija. A partir de ahí, calma el caos de su vida. Extraordinario planteamiento simple que no pierde fuelle de la película, ni en la increíble sonrisa que te hace esbozar la amargura subyacente. Otro ocho para Don Moretti.
Plácido: hay unas cuantas películas del cine de español de los 50-60, que tengo pendientes de ver, y entre ellas dos de Berlanga, ésta una y Calabuch la otra. La historia de Cassen y la letra de la moto y la campaña navideña de poner un pobre en su mesa son la excusa para la típica película coral de Berlanga, donde reina el caos por encima de todas las cosas. Un guirigay agotador, que mataría los nervios de cualquiera, pero que imposiblemente borra la sonrisa que genera la genialidad del tándem Azcona-Berlanga. Ocho igualmente.
La familia Savages: a pesar de que se pueda interpretar de una de esas historias de familia desestructurada, me parece más la narración de cómo afrontar la vejez y muerte de un ser querido, del progenitor en este caso. Las historias secundarios resultan vacuas, puro espumillón, pero sirven para definir el carácter de los personajes. Un drama necesario en estos tiempos de la ley de dependencia. Peli de ocho.
Toy Story 3: no es una película infantil. Su público objetivo son aquellos que disfrutaron con la primera de las películas, hace ya una quince año y que si entonces tenían 7-10 años, ahora deben afrontar una nueva etapa en la vida. El abandono de la niñez, la adquisición de responsabilidades, la transición de etapas vitales, incluso la muerte, son temas que afronta la película con una delicadez desconocida en las películas supuestamente infantiles. Puede que ante ese público objetivo o tratando de que sea para todos los públicos sea algo superficial o evidente su argumentación o narrativa y que se eche de menos algo más de humor, muy centrado en Ken y Barbie, pero es una señora película, de ocho tirando a nueve.
Madame D. : vista por encargo, ha sido un descubrimiento. Hasta ahora sólo había visto una película de Max Ophüls, Atrapados, que me encanta pero ésta me enganchó desde el primer minuto. Esos planos multitudinarios, laboriosos, la sencillez de la historia sin restar un ápice a su dramatismo, la combinación de humor y drama… Cada vez que la rememoro más me gusta. Le puse originariamente un 8 pero creo que ahora le daría ya un diez.
Dogville: otra asignatura pendiente. Soy seguidor de Von Trier (motivo de coña para muchos) y prácticamente todas sus películas me han gustado (antes de valorar un punto ya llevan todas de serie). Las casi tres horas de película han hecho que tardara siete año en verla. Craso error. Gran película, minimalista en su ornamentación, habla de la miseria humana, de la maldad interior e innata, del ansia de poder, del egoísmo. Es casi una fábula, algo cruel eso es cierto, pero cuidadosamente cuidada en las palabras y originalmente presentada para enfatizarlas, aunque se le puede achacar que verbalice los sentimientos y enseñanza, y que con ello dirija al espectador. Un nueve, aunque posiblemente inflado en ese punto adicional.
El secreto de sus ojos: intriga, acción, amor, comedia… lo tiene todo. La película del 2010. Cautivadora, tanto visualmente (el plano secuencia con ese travelling desde el cielo hasta las caras de los protagonistas en el campo de fútbol es espectacular) como narrativamente (la película es casi un poema con el siempre lisonjero acento tanguero), la historia subyacente sobre el asesino no es más que una excusa para un historia de amor eterno, quizás repetitiva y en ocasiones artificial. ¡Pero qué narices, es una mentira deliciosa! Y yo muy crédulo, por lo que le doy un nueve.
Ciudad de Dios: un amigo no paraba de echarme en cara que tuviese la indecencia de juzgar el gusto cinematográfico de los demás sin haberla visto. Vaya por delante que crucifica a Vértigo y dice que El padrino no es para tanto. Sacrílego (aunque la tercera parte de El padrino le he dado un 6). Menos mal que no lee este blog porque se relamería con estas palabras. ¡Qué razón tenía! Ciudad de Dios es un clásico moderno. A la altura de Pulp Fiction. Partiendo de una narrativa rota, de temporalidad aleatoria (saltando visualmente del presenta al pasado y con una voz que en ocasiones habla del futuro) y una imagen de colores quemados, en ocasiones acelerada pero siempre cuidada y atendiendo a la necesidad del espectador, sin entorpecer el disfrute de la película, es una película ante todo vital. No sólo por contar la historia de un personaje, si no también su evolución, como la de las favelas, la de los personajes que le circunscriben y le acompañan, con un ritmo siempre adecuado al contexto y situación. De ella se hablará mañana, el mes que viene y dentro de nueve años, como la puntuación que le doy. Y lo sé, porque estamos en 2011 y aquí sale de nuevo.
Gandhi: podría haber sido ésta o El cuarto mandamiento, El diablo dijo no, Tarde de perros, Vals con Bashir o Kamchatka. Para todas un ocho. Quizás me he quedado con ésta por lo icónico del personaje, el interés que me despierta y por ser una película que tenía pendiente desde hacía mucho tiempo pero que cuya duración me echaba atrás.
Cautivos del mal: si veis habitualmente Días de cine, hay una imagen de una travelling de cámara con grúa que se dirige al objetivo de la cámara que siempre me he preguntado de qué película era. Bueno pues es la primera imagen de esa película. Sólo por eso ya sumaba un par de puntos. El resto, gracias a cada una de las historias de los tres personajes respecto al productor Kirk Douglas, personaje central, que narra la película, si bien la manera de cerrar cada una de ellas no me convenció del todo. Por ello, los dos puntos menos y se queda en ocho.
Caos calmo: Nani Moretti es uno de esos tipos con el que te irías de cañas. Tiene pinta de hombre afable, familiar, atento, honrado… un buen tipo. Y en sus películas siempre hay algo de ese tipo que nos parece que es. En este caso, pierde a su mujer y encuentra el refugio que necesita en el banco del parque que hay enfrente del colegio de su hija. A partir de ahí, calma el caos de su vida. Extraordinario planteamiento simple que no pierde fuelle de la película, ni en la increíble sonrisa que te hace esbozar la amargura subyacente. Otro ocho para Don Moretti.
Plácido: hay unas cuantas películas del cine de español de los 50-60, que tengo pendientes de ver, y entre ellas dos de Berlanga, ésta una y Calabuch la otra. La historia de Cassen y la letra de la moto y la campaña navideña de poner un pobre en su mesa son la excusa para la típica película coral de Berlanga, donde reina el caos por encima de todas las cosas. Un guirigay agotador, que mataría los nervios de cualquiera, pero que imposiblemente borra la sonrisa que genera la genialidad del tándem Azcona-Berlanga. Ocho igualmente.
La familia Savages: a pesar de que se pueda interpretar de una de esas historias de familia desestructurada, me parece más la narración de cómo afrontar la vejez y muerte de un ser querido, del progenitor en este caso. Las historias secundarios resultan vacuas, puro espumillón, pero sirven para definir el carácter de los personajes. Un drama necesario en estos tiempos de la ley de dependencia. Peli de ocho.
Toy Story 3: no es una película infantil. Su público objetivo son aquellos que disfrutaron con la primera de las películas, hace ya una quince año y que si entonces tenían 7-10 años, ahora deben afrontar una nueva etapa en la vida. El abandono de la niñez, la adquisición de responsabilidades, la transición de etapas vitales, incluso la muerte, son temas que afronta la película con una delicadez desconocida en las películas supuestamente infantiles. Puede que ante ese público objetivo o tratando de que sea para todos los públicos sea algo superficial o evidente su argumentación o narrativa y que se eche de menos algo más de humor, muy centrado en Ken y Barbie, pero es una señora película, de ocho tirando a nueve.
Madame D. : vista por encargo, ha sido un descubrimiento. Hasta ahora sólo había visto una película de Max Ophüls, Atrapados, que me encanta pero ésta me enganchó desde el primer minuto. Esos planos multitudinarios, laboriosos, la sencillez de la historia sin restar un ápice a su dramatismo, la combinación de humor y drama… Cada vez que la rememoro más me gusta. Le puse originariamente un 8 pero creo que ahora le daría ya un diez.
Dogville: otra asignatura pendiente. Soy seguidor de Von Trier (motivo de coña para muchos) y prácticamente todas sus películas me han gustado (antes de valorar un punto ya llevan todas de serie). Las casi tres horas de película han hecho que tardara siete año en verla. Craso error. Gran película, minimalista en su ornamentación, habla de la miseria humana, de la maldad interior e innata, del ansia de poder, del egoísmo. Es casi una fábula, algo cruel eso es cierto, pero cuidadosamente cuidada en las palabras y originalmente presentada para enfatizarlas, aunque se le puede achacar que verbalice los sentimientos y enseñanza, y que con ello dirija al espectador. Un nueve, aunque posiblemente inflado en ese punto adicional.
El secreto de sus ojos: intriga, acción, amor, comedia… lo tiene todo. La película del 2010. Cautivadora, tanto visualmente (el plano secuencia con ese travelling desde el cielo hasta las caras de los protagonistas en el campo de fútbol es espectacular) como narrativamente (la película es casi un poema con el siempre lisonjero acento tanguero), la historia subyacente sobre el asesino no es más que una excusa para un historia de amor eterno, quizás repetitiva y en ocasiones artificial. ¡Pero qué narices, es una mentira deliciosa! Y yo muy crédulo, por lo que le doy un nueve.
Ciudad de Dios: un amigo no paraba de echarme en cara que tuviese la indecencia de juzgar el gusto cinematográfico de los demás sin haberla visto. Vaya por delante que crucifica a Vértigo y dice que El padrino no es para tanto. Sacrílego (aunque la tercera parte de El padrino le he dado un 6). Menos mal que no lee este blog porque se relamería con estas palabras. ¡Qué razón tenía! Ciudad de Dios es un clásico moderno. A la altura de Pulp Fiction. Partiendo de una narrativa rota, de temporalidad aleatoria (saltando visualmente del presenta al pasado y con una voz que en ocasiones habla del futuro) y una imagen de colores quemados, en ocasiones acelerada pero siempre cuidada y atendiendo a la necesidad del espectador, sin entorpecer el disfrute de la película, es una película ante todo vital. No sólo por contar la historia de un personaje, si no también su evolución, como la de las favelas, la de los personajes que le circunscriben y le acompañan, con un ritmo siempre adecuado al contexto y situación. De ella se hablará mañana, el mes que viene y dentro de nueve años, como la puntuación que le doy. Y lo sé, porque estamos en 2011 y aquí sale de nuevo.
Etiquetas: Cultura
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